In Memoriam

Sobran las palabras, hoy ha muerto Vicente Ferrer, un filántropo español que dedicó su vida a erradicar la pobreza en el sur de la India, donde se rodeó de los “intocables” (dálits) un colectivo tan marginal a los que ni siquiera se les consideraba con casta. La primera vez que oí hablar de Vicente Ferrer fue hace unos años cuando mi hermana me explicaba con casi la misma claridad que el exjesuita el secreto de los pozos. Vicente a través de un montaje teatral explicaba “El Milagro de Dar” para ello en un auditorio se invitaba a diez campesinos a subir al estrado y les iba preguntando uno a uno:

-¿Tu que necesitas?

Uno decía:
-Agua.
El otro:
-Un pozo.
El problema era el mismo. Yo cogía una rama de un árbol y se la entregaba al primero.
-Toma, supón que esto son diez mil rupias. Imagínate ahora que con este dinero has podido cavar el pozo, tienes agua, puedes regar y asegurar una buena cosecha... ¿Qué es lo que haces ahora?
-Pues lo pagaré. Pagaré lo que debo.
-Y ¿qué me pagarás?
-El doble.
-No -lo atajaba-, yo no quiero el doble. Quiero sólo lo que has recibido, no quiero más.
Acto seguido, pasaba la rama al siguiente y repetía la secuencia, y así hasta el décimo. Al final preguntaba al público:
-Bueno, ahora haced cuentas. ¿Con cuanto dinero hemos empezado?
Y todos a uno respondían:
-Diez mil rupias- repetían.
-Pero ¿cuántos pozos hemos excavado con diez mil rupias?
-¿Diez pozos! -¿Lo habéis comprendido?
-¿Si! - gritaban.
-O sea, que ahora se han cavado diez pozos y tengo el dinero en mis manos.
Nadie ha dado nada. Y como por arte de magia, todos tienen su pozo. Éste es el milagro de dar.

A través de esto se creó un movimiento solidario: Ahora tú necesitas una bomba para extraer el agua de tu pozo. No te preocupes. Te voy a dar la bomba. Ya sabes que en el banco van a pedirte firmas, avales, crédito y tiempo. Yo te lo daré sin intereses, sin papeles, sin nada. Yo te creo, me basta tu palabra. Y más todavía: eres libre. Si después no quieres dar nada, no lo des. No te vamos a perseguir. Estaremos decepcionados por tu falta de palabra, eso es todo. Pero yo tengo fe en tí, se que me lo devolverás. Y la gente no se limitaba a devolver, sino que daba con creces. Al préstamo añadía lo que podía: parte de su tierra, de su cosecha, e incluso joyas. Este excedente se entregaba a los más pobres, para que pudiesen prosperar.”

Desde que me he enterado de la noticia esta mañana cuando iba en el coche al trabajo no he dejado de tararear la estrofa de la canción de Mecano: “… los genios no deben morir…”; y es que esta vida ejemplar es una lección inolvidable y un acicate para los que como yo no hemos devuelto todavía las diez mil rupias que la vida nos ha dado para nuestro “pozo”. Hoy sobran las palabras.

-¿Qué es lo que encontraré en vuestro corazón? ¿Denara o genara?
En marathi, denara es dar y genara es coger