Ingenieria financiera

Ante la creencia de que todo está inventado surgen determinadas noticias que nos demuestran todo lo contrario. Hace unos días el New York Times publicaba un artículo hablando de una nueva iniciativa de negocio financiero que se está barajando, que no deja de ser sorprendente. Hace poco los ciudadanos de a pie conocimos el mercado de la titulización de las hipotecas, un negocio que los inversores parecían ya familiarizados con estos productos y que fueron conocidos por el gran público únicamente cuando se colapsó.

Ahora los ingenieros financieros están buscando nuevas oportunidades de negocio y parece que lo han encontrado en las pólizas de vida de ancianos y enfermos. El negocio estaría en “empaquetar” las pólizas de cientos o miles de personas de estos colectivos para convertirlos en bonos, que se venderían a los inversores, quienes recibirían los beneficios con la muerte de las personas aseguradas en dichas pólizas.

Cuanto antes muriesen los asegurados de las pólizas de vida mayores serían los beneficios para los inversores; y por el contrario cuanto más vivieran los asegurados los inversores obtendrían menores beneficios e incluso podrían incurrir en pérdidas, dado que deberían pagar las primas de las pólizas de vida durante más tiempo.

Los agentes bursátiles, por su parte, se embolsarían importantes honorarios por la creación de los bonos y su negociación bursátil.

La innovación financiera puede, por supuesto, ser buena por la reducción de los costes de los préstamos; por las mayores oportunidades de inversión que otorga y porque en líneas generales puede ayudar a la economía a crecer. Los defensores de la titulización de las pólizas de vida afirman que beneficiaria también a las personas que quieren disfrutar del dinero efectivo de sus pólizas de vida mientras ellos están vivos.

Esta iniciativa ha producido cierta consternación al ver que Wall Street vuelve a las andadas persiguiendo beneficios a través de productos complejos. De hecho lo que puede ser bueno para Wall Street podría ser malo para el sector asegurador. Los asegurados a menudo cancelan su póliza de vida antes de morir, por diferentes razones – sus hijos han crecido y ya no necesitan de protección financiera, o porque las primas llegan a suponer un alto coste, etc. Cuando esto ocurre el asegurador no tiene que hacer frente al pago. Pero si la póliza es comprada y “empaquetada” en títulos, los inversores pueden seguir pagando las primas que habrían sido abandonadas; como resultado habrá más pólizas en vigor lo que supondrá más pagos y menos dinero para las compañías de seguros. De alguna forma se desvirtuaría el concepto y finalidad de las pólizas de vida.

Esto acabaría afectando al consumidor final, dado que las pérdidas en las que incurrirían las compañías de seguros por haber tarificado las primas basándose en hipótesis incorrectas, ocasionaría un incremento de las primas de las pólizas nuevas.

Finalmente la cuestión está en si la esperanza de vida es un producto de inversión con el que se deba jugar o no.

1 comentarios:

Jose Luis Cuena | 29 de septiembre de 2009, 13:34

Es que vaya tela, parece que estás deseando que muera el hombre (o mujer) para poder cobrar!!!

Un poco tétrico!!!!

1 abrazo crack!

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